Cuando Bitcoin te muerde, ves lo mal que está el sistema
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Social ProfitsUn gran amigo me comentó hace poco que “uno de los cambios sociales que introdujo el White Paper de Bitcoin, con su foco en la desconfianza, ha sido expandir la sospecha”: cada vez que alguien empieza a profundizar en Bitcoin, el orden establecido le va oliendo cada vez peor, y va haciéndose más escéptico de todo lo “oficial”.
Esto no significa que las luchas ideológicas que propone el White Paper de Bitcoin sean exclusivas de las personas que defienden estas ideas. Los enfrentamientos entre oprimidos, minorías y personas comunes en contra de los poderes establecidos son tan antiguos como el desarrollo del pensamiento racional y su número probablemente sea incontable. Sin embargo, el poder de las ideas que dieron origen a Bitcoin está inexorablemente unido a un objeto que es capaz de ejercerlas en la vida cotidiana: el dinero. Y esto es pragmática y radicalmente distinto a cualquier otra lucha social de los tiempos modernos.
Durante años, la gran mayoría de las personas simplemente daba por sentado que el dinero es algo que solo puede ser controlado por esos poderes. Podías tratar de cambiar los bancos, los gobiernos o los Estados, pero cambiar el dinero no era posible más allá de un cambio de signo o denominación. Pero más preocupante aún, nadie podía evitar que el valor del dinero cambiara de valor, y que normalmente se devaluase como respuesta a las políticas monetarias de actores que se benefician de eso.
Es más, si Bitcoin no fuese un poder que enfrenta a otros poderes, si solo dependiera de las ideas (por muy poderosas que son tantas de estas) quizá el cambio que propone no hubiese salido de la pequeña esfera de los cypherpunks. Precisamente aquí comienza el recorrido vertiginoso de Bitcoin, como una idea contagiosa, con una fuerza tremenda, que tiene la cualidad de crear mutaciones cerebrales (léase como cambios de ideas o formas de pensar).
Una de estas ideas cuestiona el sistema que durante mucho tiempo controló las transacciones electrónicas y en Internet, un sistema “que sufre las debilidades inherentes de los modelos basados en la confianza” en las instituciones financieras, como podemos leer en el White Paper de Bitcoin.
Estas debilidades no son sospechosas en sí mismas, porque cualquier sistema es proclive a sufrirlas, de distintas maneras. Sin embargo, desde mi punto de vista, estas propiedades del sistema financiero que el White Paper califica como debilidades, en realidad encubren problemas mayores: los errores del sistema los resuelve la institución, pero sin asumir las consecuencias.
Vayamos por partes. “Las transacciones no reversibles no son realmente posibles, ya que las instituciones financieras no pueden evitar mediar disputas”, leemos. La posibilidad de revertir una operación es un problema cuando la disputa se genera en contra de quien controla el sistema. Dadas las incontables evidencias de cómo los bancos, las plataformas de pago y los gobiernos pueden simplemente congelar cuentas, o confiscar el dinero de alguien, más allá de los motivos, no me sorprende que estos actores se hayan convertido en sospechosos habituales.
Las instituciones financieras establecen el costo de la mediación, que aumenta el costo de las transacciones, “limitando el tamaño mínimo práctico de transacción y cortando la posibilidad de pequeñas transacciones casuales”. Además, como sugiere este documento, hay un costo “más amplio en la pérdida de la capacidad para realizar transacciones no reversibles por servicios no reversibles”.
En mi experiencia, las personas se sorprenden cuando descubren que, con Bitcoin, el costo de una transacción internacional es considerablemente inferior a las tarifas que establecen los bancos. ¿Por qué si Bitcoin permite pagos internacionales de cientos de miles o de un par de dólares (USD) con bajas comisiones, los bancos exigen tanto dinero? Más allá de que una compañía puede exigir el precio que le conviene por un servicio, esta situación resulta, cuando menos, sospechosa.
Además, las instituciones financieras suelen obligar a sus usuarios a que confíen en ellos, puesto que “con la posibilidad de reversión, la necesidad de confianza se extiende”, argumenta el White Paper de Bitcoin. Porque esa posibilidad, basada en la confianza en un tercero inevitablemente obliga a los comerciantes a exigirles más información personal que de otra manera no sería necesaria. No solo hay que confiar en que estas instituciones o bancos realmente van a evitar el fraude, sino que debemos compartir con ellos información sobre nuestros actos y nuestra identidad, que de manera objetiva es irrelevante para el comercio, pero sospechosamente importante para quienes ejercen el poder.
En otras palabras, los datos personales de los comerciantes y clientes fluyen hacia bases de datos que no controlan. Mientras la información personal de quienes manejan estas instituciones y los datos sobre qué hacen con el dinero de las personas que depositan su confianza en ellos permanece escondida.
El White Paper sugiere que el dinero en efectivo puede solucionar estos problemas, pero en el ámbito de las transacciones electrónicas es necesario hacer algo más.
Lo que se necesita es un sistema de pago electrónico basado en pruebas criptográficas en lugar de confianza, que permita a dos partes interesadas cuales quieran transar directamente entre ellas sin la necesidad de un tercero de confianza.
White Paper de Bitcoin
Otra de las revelaciones que suscitó la aparición de Bitcoin en la opinión pública precisamente se relaciona con algo que muchas personas denuncian desde hace décadas: los bancos utilizan el dinero de las personas para financiar sus propios negocios. Pero, para ir más allá, el dinero de los bancos (y, por sus tratos, de gobiernos y otras entidades de poder) se sustenta en un sistema de endeudamiento de los depositantes. Mientras tanto, los inmensos préstamos que los bancos otorgan son posibles porque los bancos centrales permiten a estas instituciones usar 10 veces más dinero del que realmente tienen como garantía en sus bóvedas. El dilema de los bancos es que privatizan las ganancias y socializan las pérdidas.
La respuesta a estos problemas, que el White Paper de Bitcoin pone en la tela de la opinión pública, es usar dinero sin confianza. Entonces, la idea de que no se necesitan bancos, gobiernos o cualquier otra entidad de poder que controle el dinero de cada uno, se convierte en una posibilidad. Si es posible dejar de lado la confianza en estas instituciones para hacer pagos en Internet, entonces la realidad es que no en necesario depender de las entidades de poder que nos vendieron un discurso apropiado para sus intereses.
¿Cómo es posible que no lo hubiésemos visto antes? La respuesta es complicada y sería un tema para otro artículo. Basta decir que lo importante es que de alguna manera el White Paper trajo a la luz lo que un puñado de personas sabían y discutían en la oscuridad desde hace varias décadas. Y es suficiente que una buena idea incursione en los medios correctos para que una minoría influya en el pensamiento de las mayorías.
Hay que perder un paradigma para comprender la sabiduría de Bitcoin y construir uno nuevo. Esto es lo interesante del método científico y cómo las matemáticas y la criptografía ejercen su poder en las ideas. Y cómo el pensamiento de una persona puede encadenarse al pensamiento de otra persona.